jueves, 7 de octubre de 2010

Guerra de divisas

Hace dos años y unos pocos meses, la gran preocupación en todo el mundo era la velocidad a la que crecían los precios, en particular de los bienes primarios, o commodities.
Entre el inicio de 2006 y el verano de 2008, el petróleo pasó de 60 a 135 dólares por barril (el West Texas), mientras que el maíz y el trigo casi triplicaban su precio normal, y el aceite de cocina y el arroz lo multiplicaban por más de cinco veces.
Pero eso pasaba en julio de 2008, y para septiembre, ahora sí hace dos años exactamente, la dinámica internacional cambió por completo: la quiebra de Lehman Brothers anunciaba el inicio de la peor crisis económica global desde la II Guerra Mundial.
Y a todo mundo se le olvidó cuál era la tendencia anterior, porque todos nos preocupamos por lo diario: de qué tamaño sería la recesión, cómo podrían enfrentarla los gobiernos, y más de cerquita, qué hacer para reducir el golpe en nuestra situación personal. Pero, como todo, la Gran Recesión se ha terminado. Ya la National Bureau of Economic Research (NBER) le puso fecha al fondo, alcanzado en junio de 2009. De entonces para acá, las cosas han venido mejorando. Unas más rápido que otras, e incluso algunas casi sin mejorar, pero en el conjunto ya las economías más importantes del mundo, incluida la nuestra, están en otra etapa. Ya no es la recesión.
Lo lógico sería que una vez pasado ese momento, las tendencias previas regresaran. A menos, claro, que la Gran Recesión hubiese transformado la estructura de la economía mundial. No parece que eso haya ocurrido, hasta el momento, de forma que deberíamos esperar el regreso de las presiones en los precios de bienes básicos.
Bueno, pues ahí están. Trigo y maíz tuvieron una racha inflacionaria que parece haberse detenido un momento, pero el oro no se detiene, y dos o tres veces por semana está rompiendo su récord de precio. De aquella onza de oro a 35 dólares de los tiempos de Bretton Woods no queda nada, ahora se consigue a poco más de 1,300 dólares cada una. Y cuando los precios de los bienes básicos suben, uno debería buscar la explicación en dos hipótesis. Una es que hay un creciente desequilibrio entre oferta y demanda que explica el alza en el precio. Es decir, que de pronto se está produciendo menos trigo o menos maíz, o que a la gente le ha dado por comer más pan y tortillas. Claro que eso no explica la demanda de oro, pero puede ayudar a explicar la dinámica general de estos bienes. No se perciben cambios en demanda u oferta de magnitud suficiente para explicar lo que ocurre.
La otra hipótesis es que no es que los bienes primarios estén subiendo de precio, sino que la moneda de referencia está bajando el suyo. Esto, de hecho, es lo que explica la mayor parte del cambio de 2006 a mediados de 2008. En esos 30 meses, el dólar, que es la moneda de referencia para los precios de los bienes básicos, perdió valor frente a las monedas principales. Frente al yen, se depreció en 7.4%; frente a la libra, en poco más de 10%, y frente al euro en 22%. Incluso frente al peso se depreciaba: usted recordará que eso fue lo que llevó a varias tesorerías de grandes empresas a apostar a favor del peso, especulación que los agarró con los dedos en la puerta justamente hace dos años.
Bueno, pues esa tendencia devaluatoria del dólar parece haberse recuperado. En los últimos meses (desde abril o mayo), el dólar se ha devaluado poco más de 10% frente al yen, casi 6% frente a la libra, y un poco más frente al euro. La rapidez de la devaluación del dólar frente al yen tiene muy preocupado al gobierno japonés, que está intentando reducirlo. Este martes el banco central de ese país redujo sus tasas a prácticamente cero, y la semana pasada había estado comprando dólares para evitar la caída de su precio. Intervenciones directas del banco central, manipulación del tipo de cambio, flotación sucia, o como quiera llamarle, lo que estamos viendo es una secuencia de escaramuzas que varios columnistas en Estados Unidos llaman ya la “guerra de las divisas”.
La mayoría interpreta lo que está pasando como reacción a la Gran Recesión. El argumento es más o menos como sigue: puesto que la caída económica dejó un desempleo que no cede, los gobiernos están intentando devaluar su moneda para impulsar sus exportaciones, y con ello obtener un crecimiento que genere empleos. Esto en otras palabras quiere decir que los gobiernos estarían reduciendo conscientemente el valor de los salarios (medidos en divisas) mediante la devaluación, para con ello “jalar” los empleos de otros países al suyo. En economía internacional a esta política se la llama “beggar thy neighbor”, empobrece a tu vecino, puesto que al devaluar, se busca no sólo venderle más al vecino, sino comprarle menos.
El problema de este tipo de políticas es que cuando todos la siguen, todos acaban empobrecidos. Algo así precisamente se hizo alrededor de la Gran Depresión, ampliando el efecto de la contracción económica. Y tal vez por ello tantos analistas están viendo en lo que hoy ocurre una repetición de aquel fenómeno.
Sin embargo, parece más probable que lo que estemos viendo hoy no sea un intento
general de una guerra de divisas, sino la recuperación de la tendencia previa a la
Gran Recesión. En esos años, de 2006 a 2008, hubo grandes explicaciones acerca del
fin del mundo, ya fuese por el fin del petróleo, o por la falta de granos, pero pocos
percibieron que el alza de precios de los bienes básicos se explicaba mejor por la
devaluación del dólar que por desequilibrios en los mercados de básicos. Hoy parece
ocurrir lo mismo: encuentran explicaciones en otras partes. Lo que hay que explicar,
me parece, es por qué el dólar perdía valor frente a otras monedas entre 2006 y
mediados de 2008, ¿ y por qué vuelve a hacerlo ahora ?

El Universal
Jueves 07 de octubre de 2010

Por Macario Schettino

sábado, 2 de octubre de 2010

Pobreza Fiel

Se cayó el teatro fiel

por Filiberto Vargas Rodríguez
2010-09-22 / 22:52:08

¿Recuerdan a Carlos Salinas de Gortari?
¡Claro!.
¡Qué pregunta!
Ha sido quizá el Presidente de México que más alta popularidad y credibilidad ha alcanzado.
No era para menos.
Privatizó la banca, teléfonos de México y muchas otras empresas que eran administradas por el Estado, lo que le dio liquidez y con eso propició un importante crecimiento económico y abatió la inflación.
Con su programa “Solidaridad”, les vendió a los mexicanos la imagen de un Presidente humano, atento a las necesidades de sus gobernados.
Los mexicanos vivíamos en un sueño.
Que terminó siendo una pesadilla.
Muy tarde nos dimos cuenta de que el peso estaba sobre-valuado y la vulnerabilidad económica del país nos la habían ocultado. Pero no hay mentira que dure seis años y al final, malas decisiones en el ámbito macroeconómico hicieron crisis en su último año de gobierno, el trágico 1994.
(el peso sobre-valuado es una situación contraria en comparación con el país que crece al 10% anual y a un "menor 7% en recesión", que es China, con su moneda sub-valuada, que tiene a los gringos reclamando por décadas)1
¿Qué les recuerda eso?
Si. Nuestro flamante Gobernador.
En su primer año de gobierno vendió a futuro el impuesto sobre la tenencia vehicular y con ello canceló la deuda que le dejó de herencia Miguel Alemán.
Envolvió al entonces Presidente, Vicente Fox, y consiguió recursos para Veracruz como nunca antes.
Convenció a los alcaldes para que hicieran lo mismo que el Estado con la parte que les correspondía del impuesto a la tenencia vehicular y de pronto éstos se encontraron con recursos extraordinarios que no habían previsto.
Hubo liquidez, hubo obra, se reactivó la economía.
Con el lema de la Fidelidad (Fidelidad… Solidaridad…. Suenan ¿No?) recorrió todo el estado, saludó de mano a los pobladores, les regaló dinero, despensas, láminas, cemento, medicinas.
Vaya: Se arremangó los pantalones y, descalzo, caminó por zonas inundadas para dialogar con los damnificados.
Nunca antes un Gobernador en Veracruz alcanzó la popularidad y la credibilidad del que actualmente tenemos.
Y, como la historia nos lo ha enseñado, el sueño se convirtió en pesadilla.
Se acabó el dinero de la bursatilización. Las obras programadas para ese recurso no fueron concluidas.
El gasto corriente de Veracruz se disparó. El Gobierno de Veracruz empezó a dejar de cumplir sus compromisos.
Los procesos electorales mostraron a un Gobernador derrochador, que gastó alegremente el dinero de los veracruzanos con el fin de demostrar hacia afuera que él era un buen operador electoral.
Quiso aprovechar la ventaja de tener un Congreso totalmente favorable a él, y ordenó que le autorizaran una nueva bursatilización –“si sirvió una vez, puede servir dos veces”, habría razonado- ahora para un porcentaje de las participaciones federales.
Fue tal su osadía que, incluso, en la Cuenta Pública del Gobierno Estatal del 2009 ya incluyó los 6 mil 800 millones de pesos que esperaba recibir en esa nueva operación bursátil.
Pero entró a su último año y la maldición se cumplió.
La calificación crediticia de Veracruz fue a la baja. Los especialistas contratados por el Gobernador no lograron acomodar los bonos bursátiles. La campaña del candidato panista al gobierno estatal, Miguel Ángel Yunes Linares, exhibiendo la corrupción y el desorden que priva en la actual administración, empezó a hacer mella.
La prioridad este año fue financiar la campaña del candidato priista. Lo primero era conseguir que el sustituto fuera “alguien de casa”.
Así, con la tesorería desfalcada, cada centavo que caía se enviaba sin demora al fondo para la campaña electoral.
Se dejó de pagar a proveedores y se llegó al colmo de retrasar el pago de nómina del gobierno estatal (lo que, por cierto, propició que la gran mayoría de la burocracia votara en contra del “delfín”).
Desde el principio de su administración el Gobernador de Veracruz jugó con el tema de los desastres naturales. Eran eventos que le daban popularidad entre los veracruzanos, pero a la vez, exagerando el impacto, le permitía conseguir recursos frescos de la Federación, a través del Fonden.
Eso se acabó con el actual Presidente Felipe Calderón, quien endureció las reglas de operación, ordenó estrictas supervisiones para calificar las zonas de desastres, lo que limitó en gran medida la “operación” del gobernador veracruzano con esos recursos.
Casi al cierre de su gestión, con las cuentas del Estado en ceros, el Gobernador vio como la “tabla de salvación” el huracán “Karl”. Un meteoro que alcanzó categoría 3 al entrar a territorio veracruzano y que se podría “vender” muy bien para conseguir recursos federales y, de ser necesario, hasta para justificar un crédito de última hora, como lo hizo en su momento Miguel Alemán.
Pero los cálculos le fallaron.
El viernes por la noche se fue a dormir con la tranquilidad de saber que “Karl” ya había abandonado Veracruz y se desbarataba tierra adentro.
Muy tarde se dio cuenta de que los efectos serían aún más devastadores en las primeras horas del sábado. Los ríos arrasaron con viviendas, con seres humanos, con animales… y con lo poco que quedaba de la credibilidad del Gobernador.
Hoy la entidad veracruzana sufre juna de las desgracias naturales más grandes de su historia, y el Gobierno del Estado no tiene ni para pagar los sueldos del 30 de septiembre.
Para colmo, se da a conocer que los tan afamados “seguros contra desastres” que el propio Gobernador dijo haber contratado con la empresa londinense Loyds (que, ya se aclaró, no es una empresa aseguradora, sino una “calificadora”) no fueron pagados. No hay tales seguros. Una mentira más. Una mentira en la que está involucrado un personaje que está apuntado para ocupar una posición preponderante en el próximo gobierno estatal: Tomás Ruiz González.
Día con día, conforme se acerca el final de esta gestión, crece como una bola de nieve la impresión de los veracruzanos de que su Gobernador, ese al que tanto quisieron y al que tanto le creyeron, les mintió todo el tiempo.
No dude que pronto en los cruceros de las principales ciudades de Veracruz aparezcan “niños de la calle” con máscaras del negrito de la Cuenca, así como se hicieron populares las del peloncito que nos gobernó hace más de 15 años.
No hay plazo que no se cumpla.
¿Cuantos veracruzanos hoy son pobres, sin casa ni enseres, con el agua a la cintura o literalmente al cuello?. Son pobres que quedarán en esa condición al término del gobierno fiel.1

1. notas del editor del blog.

sábado, 11 de septiembre de 2010

América latina: el capitalismo malo

El relativo ascenso de la izquierda en nuestro continente y la aparente eternidad de la
dictadura cubana resultan, para muchos, en gran medida inexplicables. Son, por cierto,
fenómenos íntimamente vinculados. Muchos critican a Estados Unidos por no haber tomado medidas más drásticas contra el establecimiento de una dictadura totalitaria en nuestro hemisferio, pero Estados Unidos necesitaba y nunca ha tenido una efectiva solidaridad latinoamericana para hacerlo. Ni siquiera hoy, tras el colapso de la Unión Soviética y el campo socialista. ¿Cómo es posible que queden simpatizantes de ese modelo universalmente fracasado y de la desastrosa revolución cubana? ¿Por qué no visitan la isla y comprueban que Cuba es un país literalmente en ruinas?

Debía ser obvio que la revolución más importante de la historia ha sido la revolución capitalista. Fue ella la que produjo la revolución industrial y la que ha permitido mejorar radicalmente el destino de la especie humana. Ha sido ella la que, ahora mismo, está sacando de la pobreza a incontables millones de personas en China y la India. ¿De dónde sale entonces ese anticapitalismo cerril en América Latina? ¿De dónde sale ese apoyo de masas a Chávez y a todos esos que proponen soluciones anticapitalistas fracasadas una y otra vez?Desgraciadamente, la tendencia anticapitalista de América Latina tiene una explicación racional. Toda la izquierda latinoamericana, desde las FARC hasta los laboristas brasileños, surge de un profundo descontento social. Ante la imposibilidad de conseguir reformas significativas, no es de extrañar que muchos hayan escogido el camino de la revolución. Cuando el camino de las reformas parece cerrado, la única opción al conformismo parece ser la radical subversión de la situación existente.

Es obvio que el modelo de capitalismo latinoamericano ha sido esencialmente fallido. Ahora bien, y esto es fundamental, no hay por qué identificar el capitalismo latinoamericano con el capitalismo en general. No pretendo ni asomarme al tema, pero quisiera llamar la atención de los intelectuales latinoamericanos sobre un importante libro recién salido de las prensas: Good Capitalism, Bad Capitalism, and the Economics of Growth and Prosperity, de Baumol, Litan y Schramm, tres distinguidos economistas americanos.

Me parece una obra extraordinariamente importante. Pudiera ayudarnos a superar viejas y amargas contradicciones. Los autores subrayan algo que debía haber sido evidente: no hay un solo modelo de capitalismo, hay varios. Hay un tipo de capitalismo donde los empresarios que
aportan nuevas ideas, capaces de resistir la prueba del mercado, desempeñan un papel fundamental. Es el que domina en Estados Unidos. Contrasta, sin embargo, con el capitalismo en Europa y Japón, donde ese tipo de empresariado parece ausente y donde la economía está dominada por una combinación de pequeños negocios y grandes empresas protegidas activamente por sus gobiernos. En otros lugares, el estado parece estar dirigiendo el tráfico, es ''el capitalismo guiado por el estado'', típico del este de Asia. Finalmente, en otras partes del mundo, lo único que preocupa a los dirigentes del gobierno y las elites que los respaldan es apropiarse los despojos de la economía. Esas economías son capitalistas en el sentido de que hay propiedad privada, pero esa propiedad está extremadamente concentrada en unas pocas manos.

La política gubernamental está dirigida a promover los intereses de un pequeño segmento de la población (generalmente muy rico) o los intereses del autócrata de turno. Son las economías ''oligárquicas'', las que han imperado en nuestro continente y las que han determinado nuestro subdesarrollo. Es el modelo que prevalece en América Latina, el Medio Oriente y gran parte de Africa. Todas las economías, por supuesto, son mezclas de los diversos tipos en diferente etapas de sus historias. Las economías más exitosas son las que tienen una mezcla de empresarios innovadores y de firmas más grandes y establecidas que refinan, producen y mercadean las innovaciones que los empresarios traen al mercado.

Las economías oligárquicas tienen varias características comunes. En primer lugar, la riqueza tiende a estar distribuida de forma extremadamente desigual: las grandes fortunas coexisten con una espantosa miseria. La economía informal está muy extendida. Muchas actividades económicas constructivas son técnicamente ilegales porque es extremadamente difícil, si no imposible, obtener licencias o títulos de propiedad de la tierra. Por otra parte, las economías oligárquicas están plagadas de corrupción. Las dificultades para obtener permisos y licencias son oportunidades para que el soborno se haga indispensable. Finalmente, en algunos países oligárquicos, la abundancia de un recurso natural --particularmente el petróleo-- ayuda a consolidar esa forma de capitalismo y dificulta sustituirlo. Como señalara Thomas Friedman, "el precio del petróleo y el avance de la libertad se mueven en direcciones opuestas''.

Los países oligárquicos tienden a generar una intelectualidad falsamente rebelde, amiga de criticar al ''imperialismo'' pero renuente a luchar por un capitalismo eficiente y productivo. Es una actitud suicida. ¿A dónde ha llevado el antiamericanismo de los venezolanos? ¿Cómo es posible que hayan ignorado a ese extraordinario precursor continental que fue Carlos Rangel, y su obra maestra Del buen salvaje al buen revolucionario? ¿Dónde están sus seguidores intelectuales? Ciertamente que sus ideas son más importantes que nunca.

Tenemos que desarrollar un capitalismo moderno, eficiente y productivo. No es posible hacerlo, sin embargo, sin cambiar radicalmente nuestra cultura. En ese sentido, Good Capitalism, Bad Capitalismme parece un libro excepcionalmente útil.

Capitalismo Bueno y Capitalismo Malo

Por CARLOS ALBERTO MONTANER

La OEA, que no sirve para casi nada, aunque la presida José Miguel Insulza, un político competente, pudiera asumir con realismo su condición de club de debates y olvidarse de otras misiones gloriosas que casi nunca consigue llevar a buen puerto. No es serio firmar compromisos solemnes, como la Carta Democrática, y luego ignorar olímpicamente lo que está sucediendo en Venezuela, Bolivia o Ecuador (y lo que empieza a ocurrir en Nicaragua), donde las instituciones republicanas, frágil sustento del Estado de derecho, están siendo sistemáticamente demolidas desde el poder.

¿Cómo pudiera el señor Insulza ganarse honradamente el pan al frente de una OEA modesta y pequeñita, pero razonablemente útil? Podría, por ejemplo, convocar a los presidentes de América Latina para debatir el gran tema moral, político y económico que sacude a toda la región desde el Río Grande a la Patagonia: ¿por qué los latinoamericanos constituyen el segmento más pobre y atrasado de Occidente? ¿Por qué en sus universidades y centros tecnológicos, algunos de ellos con cuatrocientos años de existencia, apenas se producen hallazgos significativos? ¿Por qué la mitad de la población latinoamericana vive en la miseria? ¿Por qué -en suma- el capitalismo latinoamericano ha dado tan pobres resultados si se contrasta, por ejemplo, con el éxito de los países escandinavos o con Canadá y Estados Unidos, las otras dos expresiones europeas del otro lado del Atlántico?

En realidad, casi todas esas preguntas ya fueron respondidas, indirectamente, en un excelente libro, Good Capitalism/Bad Capitalism, escrito por los economistas norteamericanos William J. Baumol, Robert E. Litan y Carl J. Schramm, publicado recientemente por Yale University Press. El título agrega algo más para explicar de qué se trata: "la economía del crecimiento y la prosperidad". Y la tesis es sencilla de entender: el hecho de que existan propiedad privada y mercado no genera necesariamente desarrollo. En Haití y en Holanda hay mercado y propiedad privada, pero en un país la gente se muere de hambre y en el otro las grandes preocupaciones comienzan a ser la obesidad y la longevidad excesiva.

De acuerdo con la persuasiva explicación de los autores, no hay un capitalismo, sino cuatro: el guiado por el Estado, el capitalismo mercantilista, donde los funcionarios escogen a los amiguetes ganadores o a los desdichados perdedores; el capitalismo oligárquico, muy parecido al primero, donde un pequeño grupo de gentes adineradas pone el Estado a su servicio y convierte la actividad económica en un coto cerrado para su único beneficio; el gran capitalismo o capitalismo de las grandes empresas, donde el poder de los gigantes económicos hace girar la organización de la sociedad en provecho de sus enormes y ubicuos intereses; y -por último- el capitalismo empresarial, donde el Estado no asigna privilegios y se limita a crear las condiciones para el surgimiento incesante de empresas que deben sustentarse en mercados abiertos y competitivos gobernados por la agónica búsqueda de innovaciones, calidad y mejores precios con los que conquistar a los consumidores.

Éste último es el "buen capitalismo" de que habla el libro, y aunque no existe en estado puro en ninguna parte, es evidente la relación que se advierte entre este modelo de producción y el buen desempeño económico. De diversas maneras y grados, esto es lo que sucede en las veinte naciones más prósperas y desarrolladas del planeta. Los autores, por supuesto, no prometen que el capitalismo empresarial traerá un mundo más justo y equitativo, e incluso defienden las virtudes de los desequilibrios como parte del impulso destructor que regenera constantemente al mercado, pero sí advierten que en las naciones que lo practican es donde se observan menores desigualdades. El índice Gini, que mide las diferencias de ingreso en las naciones, demuestra que una sociedad como la danesa, paradigma del capitalismo empresarial, tiene un índice de distribución de ingreso dos veces más equitativo que los países latinoamericanos.

En realidad, Good Capitalism/Bad Capitalism no dice nada radicalmente nuevo, pero aporta algo muy importante al debate: una manera muy ordenada y convincente de presentar los argumentos, y lo hace sin recurrir a la jerga complicada de la economía. Es un libro para profanos. Por ejemplo, con tres o cuatro excepciones, para los presidentes latinoamericanos. Ojalá Insulza se anime a leerles el texto despacito y en voz alta. Se beneficiarían. Nunca es tarde para aprender un par de cosas.

© Firmas Press

martes, 17 de agosto de 2010

Pobreza extrema

Mucho se habla en los discursos acerca de la pobreza y la pobreza extrema. Por favor ve el pps y dime si es la idea que tu tienes de la pobreza extrema.

viernes, 13 de agosto de 2010

Internacionalización de los recursos

Durante un debate en una universidad de Estados Unidos, se le preguntó al ex gobernador del Distrito Federal y actual Ministro de Educación de Brasil, CRISTOVÃO CHICO BUARQUE, qué pensaba sobre la internacionalización de la Amazonia. Un estadounidense introdujo su pregunta, diciendo que esperaba la respuesta de un humanista y no de un brasileño.

Ésta fue la respuesta del Sr. Cristóvão Buarque:

Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro.

Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad.

Si la Amazonia, desde una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero.

El petróleo es tan importante para el bienestar de la humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.

De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales.

No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.

También, antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalización de los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer solo a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio
cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país.

No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Por el contrario, ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.

Durante este encuentro, las Naciones Unidas realizaban el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad. De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia... cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.

Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil.

En sus discursos, los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda.

Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero. Mucho más de lo que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían estudiar; que mueran cuando deberían vivir.

Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡Solamente nuestra!

Este artículo fue publicado en el NEW YORK TIMES, WASHINGTON POST, USA TODAY y en diarios de EUROPA y JAPÓN.

sábado, 24 de julio de 2010

Confesiones de un sicario imperialista

Pensando en los factores que llevan a un gran sector social a vivir con escasos recursos, mala calidad de vida es decir "Pobreza", consideraba solamente los factores micro económicos. Sin embargo encuentro esta información que les presento en los enlaces que es imprescindible conocerla para saber que también hay factores macro económicos que afectan tanto o más que los factores micro económicos, a un país con gobiernos corruptos o sencillamente débiles.

Resumen de "Confesiones de un sicario económico" Libro escrito por John Perkins.

Clavijo-Perkins1106.pdf

Entrevistas en video a John Perkins:

Confesiones de un sicario económico 1/2

Confesiones de un sicario económico 2/2

Confesiones de un Ganster Económico (1)-John Perkins

Confesiones de un Ganster Económico (2)-John Perkins

Confesiones de un Ganster Económico (3)-John Perkins

Se muestra parte de lo que muchos ya sabíamos, parte de la historia sórdida, escondida, que explica el ataque "rebelde" que resultó en NY-9/11. Donde sobreviene el contra ataque del imperio. La virtualidad de la guerra de las galaxias aplica en este caso y se hace realidad ante estas revelaciones.

México lo sabe muy bien: "Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". "El patio trasero de USA". Cómo perdió la mitad de su territorio durante el siglo IXX a manos de los Estados Unidos por una mezcla de gobiernos débiles y/o corruptos como el de Santa Ana. Los gobiernos estadounidenses aprendieron a capitalizar esas circunstancias y siguieron perfeccionando el uso de las corporaciones.